Powered By Blogger

sábado, 11 de agosto de 2012

LO INEVITABLE



   "Es irracional no someterse a lo inevitable"
                             Demócrito (460-370 A.C.)


   
          
  
Papá, aquí estoy a tu lado, velando tus sueños una vez más y, como de costumbre,

 escribiendo en mi diario.

Te contemplo profundamente dormido y me parece imposible que, aquel que otrora fue un hombre fuerte y protector, hoy no sea más que un saco de huesos, frágil e indefenso como un niño. Los roles se invirtieron en esta increíble obra de teatro que es la vida; ahora, yo represento el papel de madre y, tú, el  de hijo.
Estás pálido, demacrado, olvidadizo y, según lo que se considera normal, estarás cada día peor. Es la ley  natural del hombre: nacer, crecer, envejecer y mo... ¡Inaceptable! Por eso, esta noche no quiero pensar en el futuro como siempre, porque el mañana me aterra; temo que me dejes. El porvenir sin ti me inquieta y entristece, por lo tanto, en vez de sufrir pensando en tu ausencia, prefiero recordar el pasado, pleno y feliz. No es necesario rememorar mucho para comprobar cuán dichoso era: hace apenas quince días tenías tres hermanos, ahora ¡sólo dos! Retrocedamos en el tiempo, papá. ¡Ven! ¡Regresa conmigo! Yo guiaré tu endeble memoria. ¡Vamos! Viajemos al pasado y gocemos porque, como dice el refrán: "Todo tiempo pretérito fue mejor".

¡Ah! ¡Pero ya se te ve bastante bien! Tus mejillas ahora tienen un tinte rosado. ¡Te estás levantando de la cama! ¡Gracias a Dios! Tus piernas van recuperando fuerzas y tu cuerpo peso. Estás rejuveneciendo día a día. Lo mismo me pasa a mí. ¡Oh! ¡Desapareció ese odioso mechón de canas que humillaba mi flequillo y que ni la mejor tintura lograba hacer capitular! Mírame. No hay siquiera una nimia arruga que  envejezca mi piel. Mi cutis tiene la textura de la porcelana. Y tu cabello ¡qué abundante y qué hermoso color rubio!
También Gustavo está más esbelto y buen mozo  a medida que transcurre el tiempo, pero los niños van perdiendo edad y estatura. ¡Qué pequeños están! A Maxi, antes barbudo y pelilargo, recién  le está asomando el bozo. Alan, que era tan independiente, abandonó el triciclo y  tuve que volver a ponerle pañales porque perdió el control de los esfínteres. Ya no habla, simplemente balbucea.


Papi ¡qué gordo estás! Recién ahora  noto la cantidad de kilos que has aumentado en  escasos meses. ¡Estuve tan ocupada dándole el pecho al  bebé! Va a ser indispensable que comiences una dieta balanceada. ¡Hoy mismo!
No lo malcríes al nene durante mi ausencia ¿De acuerdo? ¡Ay! Debo ir a la maternidad. Estoy muy dolorida...
Las contracciones son cada vez más espaciadas...
Alan volvió a mi vientre. ¡Es tan inquieto! Pero, a medida que transcurren los meses, la panza  va empequeñeciéndose y yo me siento más ágil y liviana.
Papá, voy a comunicarte una excelente noticia: ¡Maxi va a tener un hermanito! Ya sé que tú preferirías una nena, pero intuyo que va a ser varón...
¡Dios! ¡Qué felicidad! ¡Qué gozo incomparable! Acaba de nacer nuestro ansiado niñito. ¡Tu primer nieto, papá!  Tómalo en brazos. ¿Te gusta?  Creo que se te parece mucho.
¡Qué triste es la vida sin hijos!  No tuve mucho tiempo para notar la ausencia de Alan porque Maxi se había convertido en un bebé y absorbía todos mis cuidados. Pero ahora, sin ninguno de los dos, me siento perdida, vacía. ¡Los extraño tanto!  Tú también ¿verdad? No sé si este retroceso en el tiempo tiene algún sentido. ¿Mamá? Sí, claro... Continuaremos sólo por ella.
¡Qué hermosa fiesta de bodas!  ¡Gracias!
¡Qué emocionante es avanzar hacia el altar tomada de tu brazo! Creo que  también estás conmovido. Noto un leve estremecimiento en tu cuerpo. No, no te apures tanto... Despacio. Tenemos que lucirnos. Mira qué hermosa está la iglesia y ¡cuánta gente!  
Papá, Gustavo y yo vamos a casarnos, pero hemos decidido que  tú vendrás a vivir con nosotros. ¿Lo suponías? ¡Pícaro! ¡Sabes perfectamente que tu hija jamás te dejaría solo!
Ni siquiera novio tengo ahora. El estudio me absorbe el día entero, y  contribuye a que no cuente con mucho tiempo para recordar lo que pasó con mamá. Te noto muy triste. ¿La extrañas mucho, verdad?  Yo también. Perder a la madre en el momento en que más se la necesita es horroroso. Y tú ¡tan joven y ya viudo! ¡No te preocupes! ¡Yo voy a cuidarte como si fuera ella!
¡Ay, mi Dios! ¡Mami desapareció bajo un manto de  tierra! ¡Papá! ¡No permitas que la dejen en esa fosa inmunda y oscura! ¡Mamá! ¡Mamita! Sí... Voy a tratar de ser fuerte... Sí, papi... ¡Gracias! ¡Ven! ¡Volvamos al auto!  Vayamos a velarla.
El doctor firmó el acta de defunción. ¡Ya no hay nada que hacer! ¡Mamá se nos fue para siempre! ¡Para siempre, papá!
¡Shhhhhhhh! ¡Habla bajito! Está muy mal. Ya no le hace efecto la morfina. Deliró toda la noche.  Creo que muy pronto la perderemos...
¡Papá, ven! ¡Rápido, ven! ¡Mamá recuperó el conocimiento!


¡Mamita, se te ve cada día mejor! ¿Ya no estás tan dolorida, verdad? ¿Vas a levantarte de la cama? Bueno, yo te ayudo. Despacio. Muy despacio. ¡Cuidado con los puntos...! ¿Qué? ¡Sí, es verdad! ¡La herida desapareció por completo sin dejar la menor cicatriz!
Papi, es lamentable pero... la biopsia... La biopsia dio positivo. ¡Sí, positivo! Se me ocurrió preguntarle al médico por el tiempo de sobrevida... y respondió... en forma categórica... ¡que va a ser mucho más corto de lo que podamos imaginarnos! De todas maneras, van a tener que operarla... ¿Se puede creer esto? ¡Dime que estoy soñando! ¡Pellízcame! ¡No puede ser verdad!. No, no... ¡No llores! ¡Por favor! Ahora, vamos a tener que ser fuertes. Ella no debe darse cuenta de lo mal que está y, eso, depende de nosotros. Ayudémonos mutuamente. Mírame. No lloro más.
Mami fue mejorando de manera notable. ¡Ya está bien!
Mientras ustedes van rejuveneciendo, yo estoy entrando en la adolescencia. ¡Uf! ¡Granitos! ¡Qué horror!
Cada año que pasa estoy más bajita. Hoy apenas supero el metro. Mi cuerpo está sufriendo serios cambios  como la casa, que va perdiendo habitaciones. La semana pasada se esfumaron los revoques y el techo. Tras esa pérdida tuvimos que mudarnos a un departamento. Por suerte queda cerca de la escuela donde curso cuarto grado. El barrio es mejor pero no tenemos jardín...
Papá, cada día me da más trabajo escribir; aumentan mis errores de ortografía y no tengo imaginación. Creo que voy a tener que abandonar el diario.
MAMÁ ME AMA.  ANA.  A, E, I, O, U.
¡Es increíble, hasta hace poco andaba en bicicleta sin manos y, hoy, tuvieron que adosarle dos rueditas porque me resultaba imposible mantener el  equilibrio!
Papá... ahora me cuesta mucho hablar... 
Papapapapapa. Ma  má. ¡A jó!
Ahora, que ya no hablo, me expreso mediante el llanto.  Y ¡gateo!
Ayer nací, tras mucho esfuerzo. ¡Qué dura experiencia! Me colgaron de los pies, me golpearon hasta hacerme gritar. ¡Había tanta luz que me hería los ojos! Y ¡qué ruidos!
No voy a negarte que estar en los brazos de mami y succionar su tibia leche era excelso pero, ahora, luego de atravesar un estrecho túnel, estoy dentro de su cuerpo, envuelta por un saco y flotando en un líquido cálido. ¡Es un placer estar aquí, protegida de todo! Aunque no podamos vernos, seguimos en contacto. Reconozco perfectamente la tibieza de las palmas de tus manos, grandes y pesadas, tan distintas de las pequeñas de mamá.
         Hace diez días era un feto de dos meses. Tenía todas las características bien definidas de una niña. Pero, en este momento, soy sólo un catafalco suave hecho de cartílago. Estoy enrollada dentro de la bolsa amniótica. Puedo apreciar los contornos de los dedos de mis manos, mientras que mis piernas son como botones donde apenas se esbozan los muslos, las pantorrillas y los pies. Mi rostro parece una máscara. La frente, la nariz, las mejillas, los labios y las quijadas han desaparecido, absorbidos por una especie de visera que nace en la parte superior de mi cabeza. Tengo los ojos grandes y redondos, mientras que un juego simétrico de segmentos protege cada lado de mi espina dorsal. ¡Estoy irreconocible! Soy una masa informe.
Hace unos segundos, mi diminuto corazón dejó a latir.
Soy tan sólo un embrión.  A medida que pasan las horas, las células se van engrosando y uniendo de a dos, disminuyendo en número en forma progresiva. El cuerpo amarillo se va achicando también.
Ya no soy más que un óvulo fertilizado; una unidad celular con veintitrés pares de cromosomas...
Lamentablemente, papá, a pesar de todos nuestros esfuerzos, lo inevitable va a ocurrir de todos maneras porque, si seguimos retrocediendo en el tiempo, dentro de unos minutos, cuando tu espermatozoide cruce la zona pelúcida y salga del óvulo de mamá, quien dejará de existir seré yo.

                                                        Cuentos Premiados - 
                                                      Ediciones Cien -  2002

"La vanidad de la vida"- Anónimo - MNBA Bs. As.


"Autorretrato con simbología Vanitas" - DAVID BAILLY - 1651
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR SU VISITA